Concebida como un moderno paseo urbano, ahora es un espacio que constituye un serio obstáculo para la ciudad

Pero, díganme: ¿Cuándo van a demoler el adefesio urbano bautizado como el Boulevard de la 27?
La pregunta, en voz alta y que retumbó en los oídos de varios parroquianos -entre ellos quien escribe este trabajo- la formuló una señora de cerca de 45 años y que caminaba por uno de los pasillos de la Plaza Central, instalación que opera en la misma Avenida 27 de Febrero de Santo Domingo.

¿Qué es un boulevard o bulevar? La pregunta viene a cuento a propósito de que la gente común que habita en la emblemática ciudad de Santo Domingo (Ciudad Primada de América) -que la tenemos por doquier – observa que el Boulevar de la 27 “ya ha pasado a otra página” de la historia.

Lo que informa, con la debida precisión gramatical, la Real Academia de la Lengua Española es que “ históricamente, un bulevar es una vía de comunicación basada en antiguas defensas, palabra que procede del neerlandés bolwerk, baluarte. Permitiría, pues, rodear una ciudad por el exterior como un cinturón periférico”.

A partir de tan clara definición, en Santo Domingo el Boulevard de la 27 fue inaugurado el 29 de marzo de 1999 y con un presupuesto de 68 millones de pesos. Su apertura constituyó un ruidoso acontecimiento de la moderna urbanidad.

Tras inaugurarse, con toda la parafernalia y el despliegue en todos los medios de comunicación (con grandes titulares en la prensa escrita), cientos de parroquianos capitalinos comenzaron a disfrutar. Personas de todas las edades iban en familia -con asistencia masiva en horas de la tarde y de la noche- y manifestaban su alegría.

Fueron diseñados cómodos asientos (bancos de excelente construcción y con singular atención de los asistentes), pero también fueron instalados pequeños bares en los que se expendían bebidas -en especial cervezas, vino y refrescos- que consumían los parroquianos.

El Boulevard ha quedado sepultado

Con el paso de los años -el tiempo es implacable e inexorable y ataca sin piedad-, el inmueble urbano ha pasado “a mejor vida”…¡Desde hace varios años está sepultado!

Concebido como una moderna pieza de arquitectura, el Boulevard de la 27 ha pasado de ser un lugar, que antes pudo considerarse un “ente turístico” y de sana diversión, a ser un serio obstáculo urbano que, incluso, agudiza el caótico tránsito de la capital para ocasionar la ampliación de los infernales tapones de vehículos.

En una publicación, reseñada con asiduidad y atribuida a un especialista de construcciones públicas, se lee lo siguiente: “Siempre hemos sostenido que la única forma de proveer el carácter que necesita a gritos el Boulevard de la 27 es reformularlo de manera racional y coherente; es decir, conservar la vía sur donde está y mudar la vía norte justamente al lado de la sur, contigua a esta. De esta manera, el espacio al norte se integraría a los comercios, bancos y centros comerciales existentes, como una gran Plaza Urbana, arborizada de manera conveniente, con zonas verdes de grama, un modernísimo planteamiento paisajístico, iluminación con diseños vanguardistas de sus postes y luminarias, bancos para sentarse, manufactura zonificada metro a metro para el desarrollo de múltiples actividades reguladas, zona de quioscos de venta de comida debidamente vigilada , tanto en el diseño de los stands como en la calidad, construcción e imágenes corporativas, dotando, en resumen, de un mobiliario urbano de excelente calidad y expresión”.

El ya obsoleto Boulevard de la 27 sigue en el mismo angosto lugar, en el trayecto comprendido entre las avenidas Abraham Lincoln y Winston Churchil.

Por allí ya no existen los pequeños bares -o kioscos- con la venta de las tradicionales bebidas, pero tampoco los bancos…¡y ya no se ven los parroquianos dando sus paseos de sana diversión!

Las personas de acentuada adultez recuerdan, y hasta lo comentan con nostalgia, el otrora moderno reloj que se instaló también con resonante publicación.

Un reloj de gran tamaño y cuyo costo, de acuerdo con los informes de entonces, fue de cinco millones de pesos.

Pero un reloj que no duró mucho tiempo marcando la hora. El cronómetro que invitaba a los parroquianos a estar al tanto del tiempo.

Ya se sabe que el Boulevard de la 27 no vale nada, que no funciona y está sepultado y sin ninguna perspectiva positiva.

De manera, es lo que han expresado técnicos del urbanismo, que las autoridades de la alcaldía del Distrito Nacional y el Ministerio de Obras Públicas deben hacerle una urgente remodelación, o reconstrucción para que sea una vía de varios carriles y que, por lógica, servirá para hacer viable un tránsito fluido, adecuado a los nuevos tiempos y poner freno a los molestosos tapones que han convertido al lugar en un terrible caos que afea la ciudad de Santo Domingo que llegó a ser considerada como “la capital más limpia de América”.

¿Le harán caso a ese urgente reclamo?

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