¿Cuándo tendrán protección los “niños de la calle”? Los gobiernos dominicanos nunca han ido en su auxilio

El Estado dominicano, con todos sus gobiernos -y se incluye el que ha imperado desde que en el país, el 27 de febrero de 1844, nació la Independencia Nacional-, nunca ha dado la debida protección a la niñez desamparada…¡a los llamados niños de la calle!

Se asegura que la niñez desvalida dominicana, la que es vista en todos los rincones nacionales, todavía (en pleno siglo XXI), no encuentra la indispensable protección.

Es la pobre niñez “que no tiene quién le escriba”, parafraseando al afamado escritor colombiano (Premio Nobel de Literatura, en 1982) Gabriel García Márquez, quien inmortalizó uno de los más exitosos libros intitulado “El Coronel no tiene quién le escriba”.

Para observadores de la conducta humana, y que siempre hacen hincapié en la necesidad de que los gobiernos de esta nación caribeña de 48,442 kilómetros cuadrados “apuren” sus políticas de protección a los más necesitados -incluidos, desde luego, los niños harapientos y huérfanos-, las autoridades oficiales no han diseñado verdaderos programas que den al traste con la equidad social. Equidad que beneficie fundamentalmente a los infantes más desposeídos.

Precisan, además, que cuando se acercan las elecciones generales – con miras a la elección de nuevas autoridades, en espacial el Presidente, vicepresidente, así como los senadores y diputados-, las promesas en favor del pueblo llueven como “los más torrenciales aguaceros”.

Es la época, postulan, donde se escuchan las más ruidosas proclamas electorales con acentuada demagogia propia de la política nacional.

Esos mismos políticos, postulantes a los más altos cargos a ocupar en el Estado, hasta exhiben supuestos “ambiciosos programas” en los que se dejan ver beneficios (¿?) que supuestamente deben favorecer a las llamadas masas hambrientas e irredentas.

Sin embargo, ya cuando esos mismos líderes políticos logran, tras salir airosos en las consultas electorales, ver concretados sus objetivos -principalmente el concerniente a llegar la jefatura del Estado y afincarse en la tradicional “Silla de Alfileres”, ¡adiós promesas populistas!, argumentan observadores y analistas de la sociedad dominicana.

Asimismo, se refieren a la actitud -también inconsecuente con las necesidades de la gente acogotada en la más paupérrima miseria-, a los hombres poderosos pertenecientes al empresarial privado. Observan también que este es un segmento de la sociedad que solo aspira a ver consolidadas sus altas riquezas.

¡Que por fin la niñez indigente sea protegida! Las manifestaciones de solidaridad con los niños pobres, indigentes y desamparados no se detienen, principalmente las que salen de los centros religiosos y de organizaciones altruistas locales e internacionales.

Se observa que mientras esa niñez harapienta, indigente y sin la más mínima protección sigue latente en el llamado Tercer Mundo, “ por estos lares dominicanos viven súper millonarios, que disfrutan de abundantes fortunas, con sus sólidas arcas. ¡Pero nada aportan para la protección de esos infelices niños y adolescentes marginados!

Pero también -y es una manera de mantener alguna esperanza de que la niñez indigente y desprotegida dominicana algún día encuentre el auxilio del Estado-, los analistas reconocen que, por ejemplo, el Fondo de la Organización de las Naciones Unidas (UNICEF), organismo creado para protección de la niñez, no frena su lucha en favor de ese amplio segmento del universo.

Argumentan que en República Dominicana hay entidades que hacen grandes esfuerzos para esa misma niñez olvidada tenga alguna esperanza, especialmente en las áreas de la educación, alimentación y salud.

Citan también que El CONANI, entidad que nació para darles protección a los niños huérfanos e indigentes, que ni siquiera encuentran ni dónde dormir, tiene sumo interés en hacer “menos calamitosa su triste estatus social y económico”.

La UNICEF, sobre los niños que vemos en calles y avenidas, explica: «Niños de la calle son aquellos que están relacionados con algún tipo de actividad económica, que va desde la mendicidad a la venta modesta. La mayoría de ellos vuelve a casa de pujar metal al final del día y contribuye con sus ingresos a la economía familiar. Ocasionalmente pueden asistir a la escuela y normalmente mantienen cierto sentido de comunidad familiar”.

El CONANI, creado para darles protección a los niños huérfanos e indigentes, que ni siquiera tienen ni dónde dormir, también busca hacer menos calamitosa su triste estatus social y económico.
Concluyen en que se le debe, con firmeza y sin más dilación, reclamar al Estado dominicano que a esos niños (de la calle) indigentes, huérfanos y desamparados, se les ofrezca la indispensable protección lo que facilitará a que esos mismos niños de hoy ¡no sean los delincuentes del mañana!

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