Unos son católicos y entienden que abortar es un asesinato, y como tal debe estar prohibido. Otros son moralistas, y entienden que su opinión debe imponerse sobre los que no ven nada inmoral en hacerse un aborto, bajo tal o cual circunstancia.

Los hay que entienden que la vida comienza el día de la concepción. Otros piensan que antes de los tres meses de gestación, de lo que se trata es de un “producto sin conciencia”.

También están los que quieren que se pueda abortar porque sí… porque no quiero…porque fue un error…porque calculé mal. Y los que solo lo consideran admisible en caso de incesto, violación, peligro de muerte para la madre, o que el bebé venga con ciertos defectos incompatibles con la vida.

Y en medio de estas formas de pensar está la realidad: única e incontestable.

Que da igual que sea legal o no. Que da igual como pienses al respecto. La chica que quiera abortar va a buscar la forma y lo hará. De hecho se practican 85 abortos por minuto en el mundo.

La ilegalidad solo se lo dificulta a las más pobres… que no tienen conexiones ni pueden coger un avión. Entonces se mueren o quedan con secuelas irreversibles, practicándose un aborto de manera rudimentaria y con desmembramiento del feto (algo que no ocurre cuando se practica a tiempo, con pastillas y en un entorno legal).

Lo mismo ocurre con la prohibición de las drogas. Que no ha impedido que la gente consuma. Lo que sí se ha logrado con ella es que los más pobres consuman drogas de peor calidad…y que los peores individuos de la sociedad se hayan hecho tan ricos que hasta los políticos los necesiten para llegar al poder.

Aspirar a una utopía, la de un mundo ideal donde toda madre quiera tener su bebé, y querer alcanzarla a través de la prohibición del aborto, no es solo inútil, sino que contribuye además a que un escenario, que de por sí es desagradable, se convierta en una pesadilla espeluznante.

Solo desde la persuasión y educación en contra… advirtiėndoles a los jóvenes desde bien temprano sobre las consecuencias reales (psicológicas, emocionales y económicas) de sus erradas decisiones individuales (sexo sin protección y consumo de estupefacientes por ejemplo) se pudiese hacer algo genuino y efectivo al respecto. “El infierno está lleno de buenas voluntades y deseos”, dijo San Bernardo de Claraval en la Edad Media. Por casos como este, esa frase sigue siendo inmortal.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas