Las manifestaciones sociales son fenómenos coyunturales que tienen su origen en las inconformidades o aspiraciones de una población en un momento determinado, que las canaliza de manera pacífica o violenta, lo que depende de la educación, discernimiento y mesura de los actores y organizaciones convocantes, entre otras motivaciones que pueden ser generales o particulares.

La demanda es el primer paso, que suele ser pacífica, por lo regular con un llamado a través de las plataformas comunicacionales, que, si no es atendido, entonces pasa a la protesta, que tiene un comportamiento mucho más aguerrido y en ocasiones impredecible, que escapa al control de las autoridades que deben garantizar la seguridad ciudadana.

Las protestas están en auge en diferentes partes del mundo y resulta interesante conocer la dinámica que gira en torno a estas convocatorias, muchas de ellas multitudinarias, violentas y de gran difusión mediática, y llama la atención que tienen como escenario países desarrollados que son referentes en cuanto a la educación, el comportamiento civilizado de sus ciudadanos y lo robusto de su seguridad pública.

En ese tenor, Palestina ha generado mucho apoyo, manifiesto en las protestas que se registran en las principales urbes, en las que también se han realizado algunas actividades en contra de los ataques antisemitas, que habrían aumentado en países como Francia. La jornada del domingo 12 de noviembre en París fue politizada, por la comparecencia de actores de diferentes denominaciones políticas.

En el caso de España, una nueva crisis se originó en la antesala de la selección del nuevo Gobierno, en una coyuntura que parece beneficiar al oficialista Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y a un Pedro Sánchez que se ha caracterizado por ser un estratega, armador y pragmático en términos políticos.
El encono de una parte de la ciudadanía se debe a su promovida amnistía a personas implicadas en el proceso separatista o de independencia catalán, como forma de lograr la investidura antes del 27 de noviembre, sorteando de esta manera un nuevo proceso electoral en enero de 2024. Las protestas han sido violentas, con el riesgo de que continúen suscitándose hasta el citado plazo y a posteriori, porque es una ciudadanía que se muestra dividida entre el respaldo al continuismo y el apoyo al cambio de gestión.
En lo referente a Colombia, continúan las protestas contra las reformas promovidas por el presidente Gustavo Petro, lo cual puede continuar lesionando sus niveles de aprobación.

En Panamá, las protestas violentas contra la explotación minera mantuvieron en vilo al país; y que decir de Guatemala, donde segmentos políticos intentan por todos los medios que el candidato electo, Bernardo Arévalo, no asuma en el plazo de lugar.

Las redes sociales han facilitado las convocatorias por el alcance que tienen al llegar rápidamente a un público heterogéneo. Llama la atención la volatilidad de la gente en el marco de las actividades de protesta, enviando señales de lo que pudiera estar aconteciendo sociológicamente en un mundo en constante cambio y cuya irrupción pandémica en el 2020 evidencia transformaciones hasta en la forma en que nos relacionamos con los demás.

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