“Abre tus brazos al cambio, pero no dejes ir tus valores”
Dalai Lama

D amos la bienvenida al mes de abril y a la celebración anual con motivo del Día Nacional de la Ética Ciudadana. Este año nos encuentra con nuevas esperanzas –las hemos tenido otras veces- de que habrá un cambio en el comportamiento de los ciudadanos, específicamente de los servidores públicos.

Con una larga historia de corrupción pública, protegida por los organismos llamados a combatirla, inicia un gobierno que ha prometido cambiar esa cultura y que dichos actos no quedarán impunes. Procuraduría General de la Republica, Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental y Dirección de Compras y Contrataciones son los protagonistas de este esfuerzo. Un servidor público es una persona que ofrece sus servicios a la sociedad, y que no actúa en beneficio propio.

Como consorcio, hemos participado junto a estas instituciones, en múltiples programas donde se pretende disminuir la corrupción y promover la transparencia, honestidad y justicia en el manejo de los fondos públicos. Tenemos leyes, códigos de ética, portal de transparencia y demás herramientas para impulsarlos. Pero qué difícil es su aplicación, en cada mecanismo de control, se genera una forma de violentarlo. Es que el comportamiento ético no se logra con discursos, leyes y amenazas. Se consigue con la formación del SER humano, desde su nacimiento y a lo largo de su vida. Todas las instituciones y personas que intervienen en esa formación, deben ser ejemplo. Basta ya de discursos y documentos bonitos en los días patrios, si no vamos a practicar en toda la estructura del Estado un comportamiento coherente con dichos discursos cargados de promesas.

Allá vamos a nuestra comisión de celebración del Día de la Ética Ciudadana. No perdamos las esperanzas.

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