Desde hace tiempo se ha estado advirtiendo sobre la posibilidad de que la incidencia de las bandas haitianas que han sembrado el terror en ese país, tengan cómplices importantes en República Dominicana, sobre todo por la facilidad con que entran y salen sus colaboradores y familiares.

Sin embargo, la garantía del presidente Luis Abinader sobre la vigilancia y control de las acciones dañinas de estos grupos criminales, permiten un respiro a los dominicanos, aunque la corrupción en la frontera aún tiene brechas importantes de empresarios, políticos y militares inconscientes de su rol patriótico y de dominicanos por la lujuria y el lucro.

En la medida en que los controles avanzan y las medidas oficiales del Gobierno dominicano surten efecto, unido a la decisión de la Comunidad internacional de tomar acciones ante el problema, pudieran agravar la situación del país, porque ellos tienen fieles y familiares en territorio dominicano que viven como reyes.

Preciso es que las autoridades pestañeen menos y amplíen el radio de la vigilancia, porque la frontera es prácticamente tierra de nadie y sin una voluntad celosa oficial y ciudadana, nuestras familias estarán siempre en riesgo, porque esta gente no tiene piedad ni escrúpulos cuando de sus objetivos se trata.

Ahora más que nunca precisamos de un mayor grado de nacionalismo, porque al fin y al cabo, todos seremos responsables del rumbo de la patria y del destino que afrontemos en el porvenir.

Cada soldado, agente o funcionario es igualmente un hijo de la patria y su responsabilidad está más que comprometida con la defensa de los intereses nacionales y la soberanía de la nación, que fue el gran desvelo de los forjadores de la dominicanidad.

Las bandas haitianas han dejado claro que sus agentes aquí pueden causar daños a las familias dominicanas como ya ha ocurrido en el Cibao, el Este y algunas acciones registradas en el Sur. La capital y el Gran Santo Domingo no han sido la excepción. Insistimos en ello.

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