La autora estadounidense Gabrielle Bernstein ha visto la costumbre de juzgar: a otros, a nosotros, como una adicción, es decir, un mal cerebral peligroso, autodestructivo. Según dice en su libro “Judgment detox. Release the beliefs that hold you back from living a better life” (Desintoxicación de juzgar. Libere las creencias que le detienen de vivir una mejor vida), juzgar de manera enfermiza puede llevarnos a comportamientos aislacionistas, sentimientos de superioridad “separadores”; fomenta odios, pesimismo. Heridas de la niñez nunca cerradas provocarían la tendencia a juzgar excesiva. ¿Te reconoces como juzgador empedernido? Si acaso no tú, pero otros así te vieran, tendrías que considerar la “adicción a juzgar” y tratarla, según Berstein. Aprender a ser testigos sin juzgar.

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