Nadie quisiera verse en el momento de angustia suprema de una madre cuando de repente no encuentra a su hija recién nacida. Habría que situarse en él para poder dimensionar el impacto de semejante situación, aunque ninguna proyección podría describir adecuadamente el sobresalto. Digo esto a propósito del reciente caso de una madre cuya niña de tres días fue sustraída del hospital Estrella Ureña, en Santiago. Una experiencia dramática, con final feliz, por fortuna. La bebé fue hallada sana y salva; la mujer recuperó la sonrisa y con ello la vida misma. Ante lo ocurrido, toca al Ministerio de Salud Pública reforzar verdaderamente la vigilancia en las maternidades.

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