Cuando comenzó la pandemia de la COVID-19 no se sabía nada del nuevo virus y las especulaciones y teorizaciones sobre él estaban a la orden del día. Nos enfrentábamos a un enemigo nuevo y no sabíamos a qué atenernos. Ahora aunque su comportamiento distinto en medios similares aún es un enigma y el virus no parece ajustarse a un patrón climático o etario en concreto, lo conocemos algo mejor. Sabemos que no es letal por necesidad y nosotros hemos resultado entre los países donde se ha propagado más lentamente y ha sido menos virulento. En estos casos no hay una razón particular, concluyó un artículo reciente de The New York Times, sino varios factores combinados, incluyendo, nada más y nada menos: la suerte.

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