Las violaciones flagrantes a las leyes y regulaciones de tránsito son tan frecuentes y toleradas que en la práctica se han tornado cuasi normales. El caos es institucionalizado, no provoca asombro. Los motoristas usan ya habitualmente los túneles y elevados, a pesar de que está prohibido. Antes se hacían operativos para detenerlos, pero los agentes de la Digesett ya no se ocupan de esa situación. Lo propio ocurre con el número de ocupantes por motocicleta, en ocasiones hasta 4 personas, incluidos niños y bebés. Para las motos los semáforos no existen. ¿Tendrá que ocurrir una tragedia en semejantes circunstancias para que se tomen medidas preventivas y de control?

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