Los que son objeto de estafas financieras, que se tragan el cuento de inversiones con rendimientos muy por encima de lo normal o razonable, para luego llevarse la amarga sorpresa de que todo era una estafa y han perdido los ahorros de su vida o dinero tomado prestado o por venta de propiedades, son víctimas de su ignorancia o ambición. Unos vivos les presentan planes de inversión que emocionan y atraen a incautos, pero un plan de inversión no puede emocionar, más bien debe sentirse “aburrido”. Mientras más “emocionante” es una inversión, más huele a negocio muy riesgoso, en el mejor de los casos; estafa en el peor.

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