Las personas no estamos todo el tiempo brincando de alegría. Una parte corresponde a emociones negativas, lo cual no debe hacernos sentir miserables. Así lo ven los orientales. El budismo les enseña que el sufrimiento es parte indefectible de la vida y no se sienten obligados a ser “felices”. Deberíamos entonces definir la felicidad como una sensación de satisfacción general con nuestra vida, estado -de lo cual debe estarse consciente- que supone frecuentemente incomodidad, desagrado y molestia. ¿Ser feliz o tener sentido nuestra vida? Esto es lo que en la sociedad occidental no tenemos claro y debemos definir: cambiar el enfoque de identificar como felicidad la presencia reiterada de emociones positivas como alegría y placer.

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