Hay cuestiones del acontecer nacional y de la mentalidad de buena parte de la población nacional francamente incomprensibles. Se reclama sin cesar y a gritos que se tomen medidas para frenar la violencia y los hechos lamentables. Pero cuando se toman algunas acciones concretas, nadie las acepta ni está dispuesto a contribuir a su aplicación. Se acaba de evidenciar de nuevo con la queja por los controles y límites impuestos en fiestas y celebraciones en balnearios durante Semana Santa. Quizá las autoridades fallaron en no anunciar las medidas con mayor anticipación, pero nadie puede desconocer que este tipo de actos han sido fuente de conflictos sociales hasta con saldos de muertes y lesionados.

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