Mientras esperaba por mi vehículo en un lavadero de mi barrio evoqué un periodo crítico en el que la falta de fondos me obligaba a lavarlo yo misma. “Las cosas han mejorado”, le comenté a mi hija, con quien chateaba desde el lugar y me sobrevino la carcajada. Sentí felicidad por haber superado esa crisis en la que tener que lavar yo misma el carro fue penuria mínima. Estudios de felicidad resaltan que distraerse del presente o el “aquí y ahora” es una de las causas por las que muchos nunca pueden ser felices. Por esperar quizá determinadas conquistas, no ven las que tienen, reales, y pierden oportunidades de alegría. Felicidad es cosa de momentos felices, definitivamente.

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