La delegación de la OEA que estuvo de visita en el país fue acogida y escuchada en su alta pero difícil encomienda, como misión extranjera de buena voluntad animada en la búsqueda de solucionar conflictos que, se entiende, son difíciles.

Sin pecar de pesimistas, pero tampoco de ilusos, bien conocido es el complicado, por no decir imposible objetivo de solucionar el diferendo entre el país y Haití por el uso de las aguas del río Masacre. Hasta ahora las posiciones lucen inflexibles e innegociables en ambos lados. La misión no se arriesgó a ir al otro lado. Bueno, esperemos el informe.

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