Definitivamente parece que no queda más que resignarse a que las guerras sean irracionales, con poco o ningún espacio para un diálogo o concertación en que prime la razón. Es algo triste, como también el hecho de que las organizaciones políticas, de países desarrollados y en vías de desarrollo, perpetúen esa tendencia. Es lo que ha ocurrido con pronunciamientos de partidos de derecha y de izquierda en Latinoamérica sobre el conflicto en Medio Oriente. Hay enfoques sectarios donde el aprecio a la vida parece relegado. Condenas y adhesiones según preferencias ideológicas donde lo humano poco cuenta. Perdida totalmente la capacidad de empatía en nombre de la creencia.

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