Existen momentos difíciles en el rol de los padres que definitivamente no se quisiera estar en un determinado lugar o en un momento preciso. Para muchos, y he de incluirme en ese universo, con el diagnóstico de autismo en un hijo, se reciben cambios que transforman tu vida.

Y hablo de cambios radicales; tales como las rutinas, la forma de ver las cosas y la manera en que se educa al niño.

Un sin número de emociones afloran, y probablemente una de ellas y de las que más tarda en superarse es la culpa. Culpa por no haberlo notado antes, quizás, por no haber podido entender al niño sobre la forma en la que él ve las cosas (esto en caso de que la condición sea diagnosticada luego de los 4/5 años de edad).

En mi caso, el haber ignorado señales que luego del diagnóstico parecía tan claras y que ahora chocan con mi nariz. Pero como madre me negaba a entender y buscaba justificaciones a todas las conductas que para otros solían ser “extrañas”.

Y es que no es lo mismo una ligera sospecha, un comentario desacertado de un conocido o un “sentir”, que la confirmación de un especialista que probablemente dentro de su profesionalismo te lo diga sin rodeos. Ese que como noticia te cae como balde de agua fría no se digiere tan fácil.

En solo un segundo visualicé cada vez que corregí a mi hijo cosas que dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA), son normales. Las veces que lo quise aterrizar a mi realidad, cuando la suya es totalmente diferente, lo recordé y sentí que mi corazón se hacía pequeño.

Como padres,  creamos hasta de manera inconsciente un modelo de crianza, el mismo puede incluso estar establecido por generaciones en nuestra familia sin tomar en cuenta que cada niño es diferente y nos enfocamos tanto en aplicarlo que ignoramos muchas veces las necesidades del menor.

Pero, ¿cómo superar esa culpa y enfrentar la realidad?

Lo primero es entender que el autismo es una condición, NO UNA ENFERMEDAD, que el niño puede hacer una vida completamente normal y que lo que más necesita es comprensión.

Su manera de percibir el mundo es diferente, para ellos todo es literal y una vida en orden es de suma importancia. Como padres, llorar, desesperarse, sentirse perdido y culpable es totalmente normal, sin embargo, no debe ser definitivo.

Mientras más rápido lo aceptemos y nos adaptemos, más rápido podremos ayudar a nuestro niño. No existe una fórmula para afrontar un diagnóstico de autismo como si nada estuviera pasando, pero definitivamente hay cosas que ayudan mucho.

Hoy quiero compartir lo que me ha servido (aprendido con apoyo psicológico y mucha lectura asertiva), para afrontar el diagnostico en mi hijo de cuatro años.

1 – Permítete estar triste. Llora, desahógate, expresa tus miedos y no frenes las emociones que afloran en esos momentos, a fin de cuentas, son nuevos retos los que se van a afrontar.  Al final, cuando hayas descargado todo, podrás dar mejor apoyo a tu hijo/a.

2 – Mantén la calma. Si, ya sé que suena fácil pero no lo es, sin embargo, es esa calma la que permitirá que tomemos decisiones acertadas y estar más receptivos a lo que se debe aprender sobre el TEA (sí, debemos aprender y mucho!).

3 – Aceptar la realidad. Esto incluye aceptar al niño, y aunque como sus padres lo hacemos y amamos, sobre todo, no es menos cierto que nuestra percepción sobre lo frágil que son cambia, ¡y es un error! Mi hijo me demostró que es incluso más fuerte luego del proceso de diagnóstico y los cambios que el mismo trajo a nuestras vidas.

4 –Aprender a ponernos en el lugar del infante. Ya no podemos educar desde nuestra perspectiva de padres, de lo que entendemos que es o no es correcto (aunque sí debe mantenerse la educación en valores), el método de enseñanza debe cambiar porque su manera de asimilar las cosas es diferente.

5 – No permitas que nadie juzgue tu forma de crianza. Es difícil, porque las personas por lo general solo quieren ayudar, pero muchas veces desde su desconocimiento. Vendrán momentos de impotencia porque no quieres explicarles a todos por lo que pasa tu hijo, pero tampoco que no sea tomada en cuenta su condición cuando sea necesario.

6 – Aprende todo lo que puedas sobre el autismo (TEA). Lamentablemente en nuestro país no hay muchos lugares donde se enseñe sobre esto, pero sitios en líneas y el psicólogo de tu hijo pueden ser de gran ayuda.

7 –Vístete de paciencia, no solo para tu hijo, sino también para lidiar con el entorno social. La inclusión se ha quedado en más palabras que acción, y tendremos que lidiar con ello.

8 – Lo más importante: mantente en disposición de aprender de tu hijo. Siempre tienen algo que enseñar, y aunque es un camino un tanto engorroso, es hermoso, porque cada pequeño logro es motivo de celebración.

En fin, un diágnostico de autismo nos lleva a muchos cambios, afrontarlo con los conocimientos necesarios a mano es de suma importancia. A penas inicio este camino y sé que me fata mucho por aprender.

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