La comunidad internacional está integrada por todos los seres humanos que habitan el planeta, y que se encuentran en permanente comunicación. Y para que exista esa comunidad deben darse las comunicaciones entre los pueblos. Se tiende a borrar las diferencias culturales, pero esto no es necesario, mientras todos los individuos y grupos que la integran tengan respeto hacia las diferentes tradiciones religiosas, lenguas, costumbres, y se manifiesten en tratos solidarios.

Es, pues, un conjunto de sujetos de Derecho Internacional Público, unidos por un objetivo en razón de intereses similares, que han establecido, a través del dialogo y del consentimiento, reglas e instituciones comunes para organizar sus relaciones y mantener dichos acuerdos

La historia de la comunidad internacional tiene sus bases en el tratado de Westfalia, generado tras la firma de los acuerdos de Osnabruk y Munster en 1648, que dieron fin a la Guerra de los Treinta Años en Alemania y a la Guerra de los 80 años entre España y los Países Bajos.

A partir de ese punto se instauró un nuevo orden internacional con las siguientes características: El Estado con una organización política delimitada por fronteras. Ningún Estado debía tener poder sobre otro. Rechazo general a la injerencia en asuntos internos de cada nación. Cada Estado podía adoptar la religión que deseara y además con la Paz de Westfalia se dio inicio a la costumbre diplomática de discutir el futuro de las naciones en asambleas y resolver conflictos por medios de tratados. Son muchas las organizaciones en las que se agrupa la comunidad internacional para tener carácter sólido y efectivo. Están la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que es la más grande, con unos 76 años de fundada; lLa Organización de Estados Americanos (OEA), fndada en 1948 en Bogotá, Colombia; la Unión Europea (UE); la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)l a Unión Africana (UA); la Organización Mundial del Comercio (OMC); el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otras. Tienen como características que todas son universales, descentralizadas, complejas, heterogéneas, interdependientes y cambiantes. A esa comunidad internacional que me he referido, el Gobierno dominicano reiteró su llamado la semana pasada para que contribuya en todo cuanto sea posible a la creación de un ambiente favorable para el dialogo interno en Haití. Nuestro país ha mostrado a la comunidad internacional su preocupación por la crisis que desborda el marco constitucional, desatada tras el magnicidio del presidente Jovenel Moisés y expresa su simpatía con las voces que desde Haití llaman a un diálogo nacional que brinde respuesta a este gran problema del hermano pueblo haitiano. Para terminar la política de buena vecindad del gobierno dominicano y la cooperación mutua con Haití, en el entendido de que la paz y la estabilidad dependen de la democracia y de la firme protección de los derechos humanos de ambos países. Es por eso que las naciones deben tener en agenda al pueblo haitiano en procura de buscar un consenso de liderazgo de los diferentes sectores de la nación.

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