Usted llega al aeropuerto internacional Las Américas José Francisco Peña Gómez. Pasa por Migración, con terminales electrónicas, pero los mismos temperamentos de los oficiales, hasta la espera de las maletas, área donde nunca se explica por qué hay tantas personas “haciendo nada”, un ejército de vagos que se sobreactúan ofreciendo “ayuda”. En ningún aeropuerto del mundo ocurre eso. Puede que se observe una discreta seguridad, pero nunca un floreteo semejante. Quizás tiene que ver la constante violación de equipajes y pérdida de objetos personales de pasajeros, nativos o extranjeros. Un deplorable ambiente, en una zona que se supone de acceso restringido. Es irritante, tanto para dominicanos como para extranjeros. La Dirección de Aduanas debería ocuparse.

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