Es parte de la cultura nacional dudar de las estadísticas, y especialmente de los anuncios de resultados. Cuando el gobierno habla de determinados indicadores lo primero que hace la gente es descreer. Tiene que ver con la pobre institucionalidad criolla, donde las cifras no escapan de la política. El tema es crucial, por eso sería interesante que las entidades llamadas a informar sobre el comportamiento social o económico estén en manos de técnicos lo “más neutros posibles”, lo que también resulta difícil. Ayer, el sincero Isidoro Santana, el mismo ministro de Economía, abogó por un instituto de estadísticas, creado mediante ley, desvinculado de las instituciones responsables de formular y evaluar políticas macroeconómicas. ¡Bien por él!

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