Con el Domingo de Ramos se inicia mañana la Semana Santa, que impone, voluntariamente, descanso, reflexión y recogimiento, aunque quizá perdamos el tiempo al aconsejarlo porque nos asalta la sensación de que estamos lloviendo sobre mojado cuando demandamos que no haya excesos. Todo parece un calco en cuanto a mensajes de orientación y de cuestiones a observar, pero nunca sobrará ni dañará la exhortación a que haya un comportamiento ejemplar, a que se tome en cuenta a los demás y que preferiblemente nos refugiemos en el núcleo familiar. Aunque estarán presentes los que nunca aprenden; los que van rápido por la vida. Para ellos un deseo sincero: que ojalá al final de la jornada de los días santos, sus nombres no figuren en las cifras negativas del COE.

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