El mayor Raúl Alejandro Girón, delator premiado por el Ministerio Público en los casos Coral y Coral 5G para que tirara al hoyo a sus ex jefes, terminó de cantar, pero desde que empezaron a hacerle preguntas desafinó y gagueó. Tuvo la virtud de develar el entramado, pero si todo lo que dijo no se sustenta en pruebas de nada valdrá. No debiera la procuraduría abusar tanto con eso de que si te comprometes a acusar a otro te vas para tu casa o a disfrutar la vida al extranjero. Para menos discreción y alegría quizá debiera hacerse lo que sugiere el abogado Miguel Valerio: que el delator sea sometido a la aprobación de un juez, o que se cuente previamente con una resolución y un protocolo de la Procuraduría.

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