El discurso de David Collado la noche del martes ha sido fuente de comentarios. No fue para menos. Por las omisiones. Casi ignoró su partido, al cual mencionó sin mencionarlo. Olvidó a Luis Abinader, el candidato presidencial de su partido, al que no le dedicó ni una palabra. Su silencio es una manifiesta expresión de que no lo apoya, pero marcó la diferencia con su defensa a Carolina Mejía a la alcaldía del Distrito Nacional, su feudo. De modo que más que fisura en ese colectivo hay distancia, que fue precisamente la que marcó frente al hombre que el universo perremeísta quisiera ver en el Palacio Nacional. Un olvido que constará para su historia.

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