La ausencia de Margarita Cedeño la noche del domingo en la Casa Nacional del PLD, a pesar de anunciar una y otra vez en los últimos meses que todos los aspirantes estarían allí levantando las manos del que resultase triunfador, ha tenido tanto peso negativo como la escasa votación que logró. Quizá el golpe le resultó tan fuerte que la dejó postrada, pero el mensaje que envía es de que no sabe perder y de tener poca habilidad, en medio de la decepción que le embarga, para gestionar el fracaso. Es del buen político, consciente de que no siempre se triunfa, comenzar de una vez la apuesta para el próximo juego, pero al faltar a la cita abre un reguero de incógnitas y se queda suspendida en el aire.

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