No es necesariamente que alguien miente, pero arroja duda cada vez que un funcionario dice una cosa y viene otro y sobre el mismo tema plantea lo contrario o algo diferente, lo que se ha evidenciado con las cifras sobre deportados, feminicidios y protección de la frontera, con la ministra de Interior, el director de Migración, la ministra de la Mujer, el canciller y el ministro de Defensa desdiciéndose. Si el interés de alguien es meter gato por liebre o confundir al ciudadano, hay que recordarle que a la verdad y a los hechos, por tiesos, hay que rendirles culto. El que miente, falsifica, sustituye o enmascara, construye castillos en el aire y lleva las de perder, porque la verdad siempre habrá de coincidir con la realidad.