Se dice del sentido común que es el más común de los sentidos, pero los ministros de Turismo y de Interior y Policía no procedieron en el buen sentido al anunciar la extensión de los horarios de ventas de alcohol y hacerlo en Semana Santa, cuando debe predominar la prudencia y privilegiar refugiarse en el entorno familiar. Es una desfachatez que para hacerla menos ofensiva y no irrespetar a la gente seria, la debieron dejar para la próxima semana. ¿Qué es para ayudar a recuperarse a los dueños de bares y restaurantes? Pero no deja de ser una invitación a la francachela, al desenfreno, a más ruido y a más accidentes de tránsito. Para buscarle sentido al sin sentido, hay que coincidir con la iglesia evangélica que considera la medida “populista y vergonzosa”.

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