Es plausible el civismo del juez de la Oficina de Atención Permanente del Distrito Nacional Juan Francisco Rodríguez, quien liberó a los miembros del Falpo que lanzaron heces al edificio de la Suprema Corte de Justicia, en el Día del Poder Judicial. Propio de un magistrado del honor, que les impuso como coerción presentación periódica cada seis meses y realizar trabajos comunitarios en los ayuntamientos de las demarcaciones donde residen, esta última medida no prevista en el Código Procesal Penal. Así actúa un juez de la justicia corrupta embarrada por los miembros del Falpo. Deben agradecer el perdón. Pese a todo, sus auspiciadores ahora dicen que las fundas lanzadas fueron insuficientes. Que debieron meter dos furgones.

Posted in Dan de qué hablar

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas