En los Estados Unidos es una hermosa tradición que el último jueves de cada mes de noviembre se celebre el “Día de Acción de Gracias a Dios” o “Thanksgiving Day”. Ese día todas la familias norteamericanas se reunen alrededor de una cena que tiene a un pavo, como el elemento central para comer. El origen de esta traidición es muy discutida, pero la principal versión la liga a los inmigrantes ingleses que llegaron a las nuevas tierras americanas por Boston, Nueva Inglaterra, y allí pasaron muchos trabajos, pero que siempre agradecían a Dios por lo que recibían después de cada cosecha.

Ese hecho de ser agradecidos de Dios, es tal vez una de las costumbres más hermosas y signfiicativas de ese heroíco pueblo noretamericano. Para cualquier ciudadano de Estados Unidos el último jueves de cada mes de noviembre es algo especial, es el momento de unir a la familia y sentarse a la mesa para dar gracias a Dios por todo lo que le ha dado en todo un año.

Los dominicanos tenemos mucha influencia estadounidense y de elllos copiamos muchas cosas que no suman nada bueno a nuestra realidad como pueblo. Los norteamericanos nos han invadido militarmente en dos ocasiones, en 1916 y 1965, nos trajeron las drogas, nos influyen con la moda, con el deporte, con el nefasto día de Hallowen, con la cultura, con los efectos de las vitrinas, en fin, son una especie de referente, pero casi siempre nos llega más rápidamente lo malo y lo pernicioso.

Esta costumbre norteamericana del Día de Acción de Gracias a Dios, o Thanskgiving, ya es asumido por muchas familias dominicanas. Unas porque al tener hijos o nietos estadounidenses asumen la tradición, y otras porque sienten dentro sí la hermosa satisfacción de ser agradecido de nuestro Dios.

La Biblia nos llama a ser agradecidos de Dios y aprender a dar gracias por todo. En 1ra de Tesolinicenses 5, versículos del 16 al 18, el apostol Pablo nos dice lo siguiente: “Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús”. Esto significa que debemos aprender a dar gracias a nuestro creador sin importar la situación que estemos atravesando. No solo agradecer cuando recbimos muchas cosas buenas y estamos felices, sino también cuando estemos en momentos complicados, dificiles, tristes, pues nuestro supremo creador es especialista en transformar las cosas malas y convertirlas en buenas.

Debemos dar gracias a Dios por todo lo que tenemos, nuestra esposas o esposos, nuestros hijos, nuestros trabajos, nuestros bienes, nuestras cuentas bancarias, nuestras deudas, nuestros sueños y anhelos, nuestras victorias, nuestras derrotas, en fin, por todo y por siempre, tenemos que dar gracias a Dios.

Cuando agradecemos a Dios, nuestra vida se transforma. Encontramos una traquilidad plena y nada altera nuestas metas, aunque hayan problemas de por medio. Y como dice Pablo en Filipenses 4:6-7, encontramos una paz muy especial: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. Por todo eso, no nos cansemos nunca de dar gracias a Dios, todos los días siempre con mucha alegría.

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