Lo leí una mañana cualquiera, mientras el café se enfriaba y el país seguía en piloto automático: Leonel, Hipólito, Danilo y Abinader se van a juntar. No para jugar dominó, que eso al menos tendría reglas claras, sino para hablar de Haití, que es como decir que van a hablar del abismo con una linterna sin pilas.

Y uno piensa: ¿para qué? ¿Para repetir lo mismo con palabras nuevas? ¿Para culparse en cadena, cada uno tirando la papa caliente al que sigue? En este país, el problema haitiano es como el fantasma en el comedor: todo el mundo lo ve, nadie lo menciona y seguimos comiendo como si nada.

Los tres expresidentes llegarán cargados de pasado. Son como estatuas que caminan, con discursos reciclados y memorias selectivas. Ellos saben lo que no hicieron, pero no lo dicen. Saben lo que debieron hacer, pero ya es tarde. Y Abinader, que aún tiene el bolígrafo del poder, está rodeado de esos espectros que huelen a nostalgia y a cálculo.

Mientras tanto, la frontera sigue siendo una línea dibujada con lápiz y borrada con hambre. La gente cruza porque morirse allá es más barato que vivir aquí. Y aquí, claro, hacemos como si no viéramos. Hasta que los barrios crujen, los hospitales revientan y las escuelas se llenan de preguntas que nadie quiere responder.

La política, por supuesto, responde con frases de molde. Migración hace lo que puede —o lo que le dejan—, y el ejército posa para las cámaras mientras la realidad pasa por el monte. Los empresarios, esos patriotas de horario flexible, exigen orden mientras negocian salarios de miseria. Y el pueblo… ese pueblo real, sin micrófonos ni Twitter, se la ve fea.

¿Quieren hablar de Haití? Háganlo. Pero háganlo en serio. No como un evento para la prensa, sino como una deuda pendiente con la historia. Porque el futuro no va a esperar a que se pongan de acuerdo. El caos no pide permiso. Y la frontera, esa que hoy es metáfora, puede volverse advertencia.

Si no lo entienden, que se callen. O que se retiren con dignidad.

Pero que no estorben. Y Luis Abinader que haga lo que tiene que hacer: cumplir con los quince puntos.

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