Comparar el lugar de trabajo con un zoológico puede resultar ofensivo, pero, aunque no lo sea, se le parece por la originalísima fauna que alberga. Veamos.
El “Superastro”: es un personaje cosmopolita, que ha viajado por el mundo, conoce los mejores lugares para todo, siempre caros e inaccesibles para el resto de los mortales (léase sus compañeros de labores). Basta nombrar a cualquier famoso, Brad Pitt, Robert de Niro, Matt Damon para que él recuerde un remoto café de Estambul, donde se hace la mejor baklava del mundo y una vez coincidieron, él le cedió su lugar en la fila y el famoso le dijo gracias. La diferencia entre y Dios y el “Superastro” es que Dios está en todas partes y en cambio él, ya ha estado.
La mártir: perseguida por los jefes, castigada por el solo hecho de existir, le caen todos los trabajos difíciles, hasta los imposibles, jura que mañana renunciará por tanto maltrato; todos los días… en los últimos diez años, eso sí, es la primera en irse.
La chismosa: nadie la quiere, pero nadie se lo dice, es más, su presencia es tan necesaria que sin ella la oficina sería el lugar más aburrido del planeta, porque ella conoce todos los secretos, y además ¿qué gracia tiene un secreto si nadie se entera? Pues de eso se encarga la chismosa.
El seductor: suele entretener a los hombres –y a las mujeres- con los relatos de sus conquistas, a veces muestra fotos de las damiselas con las que tiene un “affaire”, pero en verdad nadie lo ha visto nunca con ninguna mujer, algunos dicen por lo bajo que su única novia es una tal Manuela Onanis…
La misteriosa: No habla con nadie, llega calladamente, nadie sabe dónde vive, ni siquiera la chismosa, sobre ella se tejen rumores, conjeturas y sospechas, y casi nunca se la ve salir porque ella no se va, sino que se esfuma.
Hay otros ejemplares más de esta fauna cotidiana que puebla las redacciones, oficinas y ministerios, como el/la que siempre está pendiente de brindarles café a los jefes, el/la que cuando el jefe aparece teclea ruidosamente para después, apenas se haya ido, retomar el solitario que es su especialidad, el sabelotodo que lo que no sabe lo inventa, pero podemos obviarlos porque con los ejemplares ya mencionados esa fauna cotidiana que debemos sobrellevar es suficiente, ¿verdad?