Don Álvaro Arvelo hijo, articulista

Me gustan los compendios que coleccionan artículos periodísticos. Costumbre que nace cuando no podía comprar libros y la internet no era la plataforma masificada de hoy.

Me gustan los compendios que coleccionan artículos periodísticos. Costumbre que nace cuando no podía comprar libros y la internet no era la plataforma masificada de hoy.

Entonces recortaba, y aún conservo, artículos de periódicos, algunos con más de 20 de antigüedad.

Entre mis favoritos estaba Enriquillo Sánchez. Su columna en “El Siglo”: “Para uso oficial solamente”, era lectura obligada dos veces a la semana. Todo un descubrimiento en cada artículo, incluso desde el título. Recuerdo dos: “El Marx muerto” y “El Marx Caribe”. A veces, más que prosa, parecían pequeños poemas estos artículos. También coleccionaba los editoriales de don Federico Henríquez Gratereaux y los artículos del sabio Antonio Fernández Spencer.

Con igual deleite recopilaba, debo tener más de 100, las “Sabatinas” de Ramón Alberto Font-Bernard en el periódico “Hoy”. Simplemente exquisitas, aun cuando repetía, cada cierto tiempo, alguna columna. Debo tener, por ejemplo y con fechas distintas, al menos tres ejemplares de un artículo, muy bien logrado, titulado: “En torno a la letra eñe”.

Luego hicieron una selección titulada “Crónicas elementales”, con prólogo de Enriquillo Sánchez. Aunque deberían hacer otra edición más amplia de las mismas.

Así, en cada periódico tenía mis favoritos. En “El Nacional” seguía “Palco de Sombras”, de Velázquez Mainardi y “Breve que te quiero breve”, escritas por el mexicano Juan Carlos García. De igual forma, y siempre en la página editorial, en la época la 10, la columna “Cápsulas” de don Álvaro Arvelo hijo. De quien también coleccionaba sus Críticas de Cine, que salían en la sección de Espectáculos.

Las “Cápsulas” de don Álvaro Arvelo tenían varias características: eran breves, puntuales, con un manejo impecable del lenguaje, compuestas por frases cortas, que las hacían muy efectivas. A veces, como si fuere un mantra, repetía una frase de forma genial, embrujaba. Recuerdo un artículo sobre los padres de la Patria de toda América, contrastándolos con el manejo que en el país damos a la figura de Duarte. Escrito más o menos de esta forma: En Cuba veneran a Martí, nosotros denostamos a Duarte; En Venezuela adoran como un Dios americano al Libertador Simón Bolívar, nosotros decimos que Duarte fue flojo… Y así hasta terminar el artículo. Genial.

Don Álvaro escribía con profundidad y soltura sobre diversos temas. Mis preferidos eran los que abordaban la Segunda Guerra Mundial, tanto los hechos como las figuras de influencia histórica; los que tocaban, de forma magistral, el béisbol y aquellos en los que pensaba en voz alta sobre otra de sus grandes pasiones: el Ajedrez. Conservo uno, por ejemplo, exquisito y depurado, que resume la vida e influencia del gran ajedrecista cubano José Raúl Capablanca.

Las Cápsulas no salían con títulos, pero sus artículos de cine sí. Allí, incluso, hacía crítica literaria cuando una novela era llevada al séptimo arte; como uno escrito sobre “La Casa de los Espíritus” de Isabel Allende, artículo que aún releo con placer.

Ojalá don Álvaro Arvelo hijo, a quien no tengo el placer de conocer, se anime a publicar unos tomos de sus trabajos para la prensa. Sería un inestimable aporte a la bibliografía nacional.

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