La atención del país está centrada en el día de mañana, cuando se inicia la docencia en forma presencial a nivel nacional. Razones hay suficientes para que la comunidad esté atenta al acontecimiento.

La apertura, definida por las autoridades de Salud y Educación como gradual, voluntaria y con el consentimiento de los padres o tutores, se produce en momentos en que hay un aumento de casos covid-19 en el país, especialmente en el Gran Santo Domingo, área donde está el mayor universo de escuelas y colegios. La apertura llega también con la oposición de una parte de los profesores del sector público.

Ayer el presidente Luis Abinader ratificó la decisión tomada por el Gabinete de Salud y el Ministerio de Educación, lo que significa que no hay vuelta atrás, que la presencia de alumnos es un hecho a partir de mañana en escuelas y colegios privados de todo el país.

Las dudas y objeciones a la apertura de docencia en forma presencial no han desaparecido. Podría decirse que por el rebrote del virus, esas actitudes contrarias a esa apertura han aumentado.

Es válido que mucha gente se pregunte por las causas que inducen a las autoridades a querer llenar las aulas de niños y adolescentes sin el país haber logrado controlar la pandemia. Tampoco se han realizado todas las labores de adecuación de los planteles, para que las medidas de higiene tengan algún grado de efectividad en la prevención del covid-19.

El presidente Abinader recordó ayer que “las clases, primero, son semipresenciales y segundo, voluntarias”.

“Si algunos de los padres considera que por razones de cuidado y de salud no quieren llevar a sus hijos, pues eso está a su discreción”. Esta expresión del mandatario comparte responsabilidad en la decisión de enviar o no alumnos a las escuelas. La decisiones de Estado son de Estado, aunque en esta ocasión hay cierta licencia, eximente o permiso.

Ante una decisión que parece un hecho consumado, es importante que los padres contribuyan con la prevención, aumentando la vigilancia de sus hijos y que asuman el mandato del viejo cántico es colar “A la escuela, que ya es hora”.

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