La alta densidad de vehículos en el Gran Santo Domingo es una de las causas del difícil tránsito durante más de doce horas desde las seis de la mañana hasta las doce de la noche.

Tiene que ver con los cambios en el desempeño económico, pero también con los rezagos en la aplicación de políticas públicas sistemáticas y eficientes de atención a la movilidad urbana.

La transportación de personas y mercancías en la ciudad ha colapsado porque se mantiene un sistema que no responde al movimiento económico y social. A las crecientes demandas de transportación de los ciudadanos que salen a las calles, sea en actividades comerciales, académicas, profesionales, comerciales o de cualquier tipo.

Las soluciones individuales mediante la adquisición de vehículos privados, que cada vez más personas obtienen los medios para hacerlo, en vez de ayudar, también eleva la complejidad del problema.

La postergación de decisiones ha conducido a la quiebra de la movilidad vehicular que todos sufrimos. Es un hecho cotidiano cómo el tiempo de traslación en la ciudad es un factor a considerar. El costo económico, social y humano es elevadísimo.
Todas las decisiones normativas de regulación del tránsito, las penalidades e incautaciones arbitrarias de vehículos en las calles de nada servirán si no se va de las palabras a los hechos.

Se habla de sacar los conchos de las principales avenidas. Eso es mera palabra si el Estado no tiene previsto un plan orientado a reenfocar la organización de esos choferes y las líneas que explotan, lo mismo que el acompañamiento financiero para aplicar un programa de colectivización. No bastará con decirles: -Dejen los ejes principales a los autobuses y váyanse a “rutas alimentadoras”. Parece más complicado.

También se requerirá una alianza público-privada con las empresas transportistas que manejan autobuses, pero tiene que ser un plan transparente, que no sirva para enriquecer más a los “dueños del país”, sino que sea un paso dentro de un plan de más alcance, como el reimpulso al colectivo Metro, con las extensiones previstas.

Buscar soluciones es urgente, pero sabemos que no habrá respuestas inmediatas. No es sólo sacar los conchos. Es mucho más. Mientras, los usuarios seguirán sufriendo el calvario de trasladarse en “la gran ciudad”.

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