La epidemia de los feminicidios y otras muertes por violencia familiar se expande sin que se vean indicios de al menos disminuir su secuencia y siniestralidad. En cualquier momento y comunidad, se produce un nuevo hecho que termina con la vida de una mujer y, en ocasiones, de otras personas, incluyendo al propio autor del feminicidio.

La característica dominante, presente en los últimos hechos, ha sido la de múltiples víctimas. Los recientes hechos han incluido a la mujer que ha sido escogida como foco principal del hombre transformado en bestia, a familiares o amigos de la mujer y luego el propio homicida

Es, por la frecuencia y la gravedad que rodea cada nuevo caso, una especie de pandemia. Parece que estamos ante un escenario que avergüenza y horroriza a la vez. También parte el alma, duele, conmueve ver el drama que generalmente queda tras cada feminicidio. Hijos que quedan huérfanos, porque un hombre, no se sabe bajo qué influjo, decidió matar a su actual o expareja y luego se suicidó. También ha habido caso que, como el de la noche del jueves último, en una pequeña comunidad de Bayaguana, la madre de la mujer muerta también fue asesinada por el victimario. En esa situación, el drama es mayor porque el cuidado de los menores huérfanos queda a cargo de un familiar más lejano, o del Estado.

El impacto no queda solo en el futuro de los hijos. También toca al ambiente y las relaciones entre las dos familias, la de la mujer asesinada y la del victimario. Tendrán plena consciencia de que no deben albergar rencores y que tienen la obligación de velar por los pequeños que quedaron huérfanos por la actitud de un hombre que dejó de actuar como ser humano y actuó sin ningún raciocinio.

Ante un hecho como el de ayer, en el cual el sargento Fidel de Paula Amador mató a su expareja Aurelina de León Payano, a la madre de ésta, Juana Báez de León, e hirió a otras tres personas, incluido un menor, la pregunta que surge es ¿Hasta cuándo?
El caso del sargento de Paula Amador, quien luego fue hallado ahorcado, debe llamar a la colectividad a reflexión, para ver qué jornada se puede hacer para lograr un no más feminicidios.

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