Hablábamos ayer del escaso compromiso de determinados profesionales con la sociedad, de pobre o nula contribución con los procesos y cómo sus actitudes proclives a la paralización sin agotar las vías dialogantes, se convierten en retranca del avance social.
Sin embargo, hay que valorar el dato suministrado por el Ministerio de Educación, en el sentido de que la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) será acompañante en los trabajos de campo de la Evaluación del Desempeño Docente 2017, con el propósito de determinar los niveles de calidad para aplicar los incentivos y elaborar los planes de desarrollo de la calidad de la enseñanza.
Sería una práctica nueva. Ya antes, la ADP se había acogido a trabajar con las autoridades para revisar la nómina general de los docentes, para ver con más propiedad los casos de profesores que se ausentaron de las aulas sin causa explícita, y siguen cobrando, de aquellos que laboran en un centro pero cobran en otro, porque fueron trasladados “de boca”, y aquellos que llenan los requisitos para ser jubilados o pensionados y fueron mandados a sus casas por jefes de distritos o directores de escuelas sin llenar los trámites, estimulando el dislocamiento de la nómina general.
Esa es una actuación responsable de un gremio profesional. Todavía pueden hacer más aportes para profundizar los impostergables cambios en la educación. Porque la llamada “revolución educativa” no es sólo construir escuelas y abrir tandas extendidas. Debe acompañarse de un saneamiento vital.
Sería conveniente que la mayoría de los cargos docentes sean llenados mediante concursos, como se hace con los profesores. Que los asuntos no sean decididos por influencia política, presión de la ADP o de los políticos. Entrarían ahí los puestos de directores de distritos escolares y los directores regionales, cargos reservados a recomendaciones de políticos y de la misma ADP. Esas plazas deben ser llenadas por concurso, limitadas estrictamente a docentes que presenten mejores credenciales.
Asimismo, el Ministerio debe establecer mecanismos de comprobación de concurrencia escolar. No sólo de los estudiantes, sino también de los profesores, mediante sistemas electrónicos que bien cuadrarían con el proyecto de República Digital.
En todos esos planes los profesores tienen una responsabilidad que cumplir.