Despejar las brumas

La gran nación Estados Unidos ha tenido de nuevo que intervenir en un asunto típicamente dominicano: la discusión sobre el empeño de reformar la Constitución de la República.

La gran nación Estados Unidos ha tenido de nuevo que intervenir en un asunto típicamente dominicano: la discusión sobre el empeño de reformar la Constitución de la República.

Es lamentable que por nuestras limitaciones y discapacidades, el socio mayor del Continente haya tenido que llamar al presidente de la República para sermonear sobre una cuestión que es, desde el punto de vista convencional y del derecho internacional, asunto de soberanía nacional.

Se trata de una cuestión que provoca cierta incomodidad, que el responsable de la política exterior de un país que es la principal potencia mundial tenga que tomar la iniciativa de llamar al presidente de la Nación para advertirle sobre “la importancia de que junto a los demás actores políticos preserve las instituciones democráticas y la adhesión al Estado de derecho y la Constitución, particularmente en el período previo a las elecciones de 2020”.

Y es que se ha pretendido, sin contar con medios propios, o representación suficiente en el Congreso Nacional, introducir cambios a la Carta Magna que podrían considerarse ilegítimos a consecuencia de los procedimientos potencialmente cuestionables.

Esto no debía estar ocurriendo. Parecería que olvidamos el protagonismo de Estados Unidos en la historia política dominicana desde finales del 1800, que por más que se diga, siempre logra influir, o abiertamente decidir, el curso de los acontecimientos nacionales.

Parecería que desconocemos el momento que vive Latinoamérica después del fracaso de todos los intentos de construir modelos extendidos de gobiernos “progresistas” que han devenido en formas de dominación autoritaria, las cuales rechaza con dureza el poder norteamericano.

En lo atinente a la realidad dominicana, es manifiesto el nivel de tensión a causa del intento de reformar la Constitución. El Congreso está bajo estrés. No sesiona normalmente desde hace dos semanas. Ayer, el presidente de la Cámara de Diputados no fijó fecha para la próxima sesión.

No podemos hablar de una crisis política, pero parece que nos aproximamos a ella. El forcejeo por la reforma constitucional ha trascendido los límites del partido en el poder para convertirse en una confrontación que envuelve a todas las fuerzas políticas.
Ya es tiempo de despejar las brumas que oscurecen el futuro político nacional.

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