En 2019, al fragor del debate electoral, dirigentes de partidos opositores y connotados comunicadores montaron una campaña contra Danilo Medina y su gobierno cuyo eje era que vivíamos en una dictadura.

Era una penosa expresión de fanatismo que suscribió hasta gente “estudiada”, porque nadie en su sano juicio puede negar que en lo esencial en la República Dominicana impera un Estado de Derecho donde las instituciones básicas del sistema funcionan.

Además, hablar de dictadura en el país en esta coyuntura histórica, es un irrespeto a las conquistas logradas por el pueblo con tantos sacrificios.

Por suerte, son contadas las personas que minimizan o que no lo saben aquilatar.

Claro que esto no obvia que aún se conculcan derechos humanos fundamentales y que padecemos una sociedad de muchas injusticias y privilegios.

Hay libertades públicas y políticas, pero no se puede decir lo mismo de otros derechos inherentes a las personas.

Otros más, como el de vivir una vida con dignidad, debiera ser enaltecido sin importar condición social, género, etnia o nacionalidad.

A propósito de un tema que está en la palestra, este Día Universal de los Derechos Humanos es ocasión propicia para rememorar que toda persona tiene derecho a ser oída de manera pública y con justicia por un tribunal, lo mismo a que se le presuma inocente hasta que exista una sentencia en su contra.

Son derechos humanos esenciales y soportes de cualquier Estado que se presuma democrático.

También es factible de aprovechar para salir al paso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la que no para mientes en criticar al país, y que por el contrario menosprecia los esfuerzos que están haciendo nuestras autoridades por aplicar una política de protección al inmigrante, ajustada a los convenios internacionales.

En un país que arrastra rémoras culturales profundamente incrustadas en su idiosincrasia, esta fecha debiera servir para reflexionar, una vez más, que la mejor manera de respetar esos derechos es trabajar cada día por una sociedad más justa.
Solo así podremos tener un país donde la paz social y la justicia nos conduzcan a un futuro que merezca ser vivido.

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