En este momento ya los vientos máximos del huracán Irma habrán pasado por las costas noreste de la parte Este de la isla y quedan ahora las lluvias torrenciales.

Quienes están distantes de la ruta del fenómeno pensarán que todo pasó. No tiene que ser así. Si los vientos no hicieron mucho daño, como es el anhelo de todos, sus aguas seguirán cayendo. Estas suelen ser más letales que los vientos, de los cuales podemos protegernos en casas que puedan resistirlos o en los refugios.

Pero después de los vientos vienen los desbordamientos de ríos, arroyos y cañadas. También pueden producirse acumulaciones de agua en campos y ciudades. Hay que cuidarse de esas aguas, que no son mansas.

Sigue siendo importante la previsión. Evitar las exposiciones innecesarias. Los riesgos que constituyen las zonas bajas, las cercanías a playas y cuencas de los ríos.

En cualquier caso, ahora nadie está obligado a exponerse. El gobierno dispuso anoche la suspensión de toda actividad laboral desde hoy jueves hasta el viernes, y obviamente, desde muy temprano, la suspensión de las clases.

Sólo estarán en las calles y caminos aquellos ciudadanos que por la naturaleza de sus responsabilidades y misiones tienen que dar la cara, el pecho y el corazón, y disponerse a servir con entrega para proteger y auxiliar a potenciales víctimas. Los periodistas, que no tienen responsabilidad concreta de esa índole, deben afrontar riesgos. Conectar a las personas con la realidad mediante la búsqueda y difusión de informaciones que contribuyan a una adecuada orientación.

Desde que se tuvo conocimiento de la llegada de Irma, los poderes públicos han asumido el papel que les corresponde de prevención, auxilio y posteriormente de mitigación.

Esperamos que continúen cumpliendo los protocolos y que no haya mucho que lamentar en estos momentos difíciles.

Suerte ante este fenómeno. ¡Qué Dios nos ampare!

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