Más allá de la guerra arancelaria entre EEUU y China, emerge desde las entrañas de Washington una manifiesta intención de crear una atmósfera de confrontación en otro plano, en el cual la orientación política del partido gobernante en Pekín constituye un elemento que obligaría a los países centroamericanos y caribeños a tomar en cuenta al momento de decidir su política exterior.

Los vínculos diplomáticos de esos países con China constituirían un problema en sus relaciones con Estados Unidos, que recientemente llegó a la conclusión de que la nación asiática interfiere en la política interior norteamericana.

En esa lógica de pensamiento, al establecer relaciones diplomáticas con China, los países de Centroamérica y el Caribe amenazan la seguridad norteamericana en una zona que asume como de su exclusiva influencia. Aunque para llenar requisitos declara que respeta la soberanía de esos estados.

Coherente con esa visión, el vicepresidente Mike Pence condenó las decisiones sobernas de Panamá, El Salvador y República Dominicana de formalizar relaciones con China, con la cual tienen intercambios comerciales desde hace años.

La declaración de Pence en el centro de estudios Hudson Institute, en la cual lamenta que “el Partido Comunista Chino haya “convencido a tres países latinoamericanos de romper lazos con Taipei y reconocer a Pekín”, constituye una manifiesta intención de ideologizar los actos de Estados soberanos, con lo que se retorna a los años de la Guerra Fría, protagonizada entre Occidente y la Unión Soviética, hasta finales de la década de los 80.

Ahora, los “actos soberanos” de esos países impactan en el estrecho de Taiwán, según EEUU, porque debilitan la posición de las autoridades de Formosa frente a China, que reivindica esa isla como parte integrante del territorio continental. Pero fue la posición soberanista de la presidenta de Taiwán Tsai Ing-wen lo que provocó el rompimiento del consenso alcanzado con las autoridades chinas, quienes quedaron en libertad de acometer iniciativas en su política exterior, que propició el establecimiento de relaciones con Panamá, El Salvador y República Dominicana.
Con su proceder, EEUU coloca a países pequeños en una posición incómoda. Pero esos Estados no tienen más alternativa que seguir hacia adelante, sin desconocer los lazos sociales, económicos, migratorios y de seguridad que nos vinculan. EEUU entenderá.

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