El pasado lunes, nuestra analista Yanessi Espinal nos refrescó un pasaje del presidente Luis Abinader durante su discurso del 16 de agosto: “El camino es largo y oscuro y quien tenga la tentación de recorrerlo solo y sin luces, no llegará a ninguna parte, por ello, en los próximos días me reuniré con todo el liderazgo nacional para abordar y discutir juntos las soluciones que requiere nuestro país”.

El Presidente ha sido persistente en su planteamiento sobre la necesidad de un diálogo de los diferentes sectores para encarar la grave situación de la República.

Desde agosto hasta ahora, no se tiene noticia sobre alguna iniciativa concreta del gobierno de que se trabaja para organizar el diálogo. Tampoco se ven elementos que sugieran que el presidente Abinader haya cambiado de opinión. Sus discursos lo que han hecho es reiterar la disposición inicial.

Sin embargo, el presidente del Consejo Económico y Social (CES), Rafael Toribio, confirmó a este diario que no se tiene prevista ninguna fecha para convocar ese organismo, pese a que incluso se habló de que técnicos de los partidos trabajarían los aspectos principales de la agenda a discutir.

¿Qué ocurre? ¿Habrá desestimado el Presidente la idea de juntarse con todos?

Nos resistimos a creerlo. Es este el mejor momento, por la crisis, y especialmente porque todos los factores son favorables para hacerlo. Los actores políticos inmersos en procesos de reflexión, reestructuración y arranque, y los actores sociales en reflujo, quizás esperanzados en que desde el poder se impulsen cambios que contribuyan a mejorar la situación.

Con ese panorama, quienes gobiernan quizás entiendan que no es necesario ningún diálogo y mucho menos un pacto. Si fuese así, sería una errónea conclusión. Dejarlo para más tarde no garantizaría nada.

Las condiciones y factores podrían modificarse y la gobernanza desde una posición dominante podría complicarse.

La realidad es que estamos ante una crítica situación, que amerita un diálogo trascendente, que conlleve acuerdos institucionales, sociales y sobre las fuentes de financiamiento del Estado.

Este es el momento. No después. “El camino es largo y oscuro y quien tenga la tentación de recorrerlo solo y sin luces, no llegará a ninguna parte…”.

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