La campaña para las elecciones municipales de pasado mañana finalizó ya. Ocurre después de todo un proceso de movilización, propaganda, agitación y denuncias de todo tipo.

Atrás quedan las quejas sobre posición dominante, supuesta utilización de los recursos públicos y las ventajas que se derivan del poder. Advertencias sobre supuestos planes de compra de votos, de uno u otro bando, y hasta de participación de militares.

Desde hoy, los políticos recesan esos movimientos y acciones públicas y se acelera la fase de aseguramiento de los votos, que todos esperamos que sea por medios lícitos y propios de una campaña civilizada.

En ese escenario, centran la atención en los votantes que asumen como de total fidelidad. Asegurarse de que concurran a los centros de votación. Entran en juego las capacidades y los medios disponibles, como transportación y toda esa “logística” que todos imaginamos.

Sin embargo, en estas horas que faltan para iniciar las votaciones, lo más interesante sería que las partes pasen balance. El momento es oportuno, porque después que la campaña llega a su clímax, entonces viene el sosiego, necesario para prepararse para las horas de angustia que arranca con el inicio del conteo de votos.

Oportuno el momento para acercarse al ejercicio de reflexión profunda, el balance de la campaña en la víspera de los resultados.

Habrá de primar la inteligencia y las habilidades para amanecer mañana y el domingo con la cabeza fría, con la certeza de que lo que no se hizo durante la larga campaña, ya no podrá materializarse a escasas horas de las votaciones.

También los ciudadanos independientes, que no se afilian a partidos, requieren un respiro para afirmarse en su decisión. Es sabido que hasta el último momento un amplio segmento de los electores no define su intención de voto.

Respetemos durante esta hora el período de cierre de campaña. Y preparémonos para el domingo.

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