La resolución aprobada ayer por el Senado, mediante la cual solicita al Gabinete de Salud, que explique el plan para aplicar la vacuna contra la COVID-19, quizás no debió producirse. Las autoridades del ministerio de Salud Pública ya han debido iniciar la orientación a los ciudadanos sobre la vacunación.

Debió ser así porque la inmensa mayoría de la población está preocupada por el avance del coronavirus y obviamente aspira a preservar su salud, y la vía más segura, además de adoptar las medidas imprescindibles de distanciamiento, higiene y mascarillas, es recibir la vacuna.

¿Cuál y cómo sería el plan de vacunación? Eso podrán adelantarlo con propiedad las autoridades, porque son quienes manejan todas las informaciones acerca de esa cuestión.

¿Cuándo llegarán las primeras dosis? La respuesta las deberían tener precisamente esos responsables de la salud pública. Y siendo así, se supone que trabajan para en algún momento compartir con la población el protocolo de manejo, distribución y aplicación de las vacunas.

Pero esa labor no puede dejarse para última hora. Ya hay suficiente inquietud alimentada con expresiones o planteamientos poco prudentes sobre las propiedades del antígeno contratado.
Una campaña de vacunación conlleva una gran logística. Se ha visto en dimensiones que en modo alguno se pueden comparar con la inmensa tarea que será inmunizar cinco millones de personas. Ya hemos visto naciones del primer mundo empantanadas en la fase inicial del programa de vacunación, con avances mínimos en el día a día.

Ya se sabe que tienen prioridad los profesionales de la salud y todos aquellos que están en la primera línea de combate, además de las personas más vulnerables. Pero eso es nada con todo lo que implicará inmunizar el 50% de la población.

No es un jueguito, y así asumimos que lo entienden las autoridades. En consecuencia, el plan de vacunación tiene que ser divulgado para que sea sometido a escrutinio publico. Y así, podrán escucharse opiniones y apreciaciones de expertos que puedan aportar luces para que todo salga bien.

Además, está la necesidad de concienciar a la ciudadanía sobre el valor la vacuna para que queden despejadas las dudas y miedos a supuestos efectos negativos alimentados por la desinformación tan de moda en estos tiempos.

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