El anuncio del inicio del período escolar correspondiente a 2020-2021 el 2 de noviembre, ha sido respaldado por todo el mundo. No hay de otra.
La modalidad fundamental es la virtualidad, la no presencial, modo de transmisión de conocimiento predominante en toda la historia de la humanidad. Claro que antes se enseñaba por correspondencia, cuando nadie avizoraba el mundo de las comunicaciones inalámbricas o electrónicas, luego vendría el uso de la radio y la televisión, con algunas experiencias exitosas en programas de alfabetización.

La COVID-19 obliga a las sociedades a cambiar, a dar saltos que nunca hubiesen materializado si no fuese por su presencia. En medio de lo que entraña este panorama, introduce un elemento positivo, como para dar cumplimiento a la máxima de que nada es totalmente negativo ni absolutamente positivo.

La enseñanza virtual en el caso dominicano es un reto. Y probablemente lo es aún para países con mayores niveles de desarrollo y con economías mucho más holgadas, incluso, con algunos avances en virtualidad en las escuelas y en las universidades, lo que tampoco era extraño en República Dominicana.

Ese reto no es sencillo. Importa que las autoridades luzcan empeñadas en salvar el año escolar. Prometen invertir 27 mil millones de pesos en equipos para estudiantes y profesores, y conectividad en los hogares de las familias más disminuidas.

Habría que pensar en las comunidades remotas o muy aisladas o de difícil acceso, aún en las grandes ciudades.

No es una tarea sencilla y es bueno que lo entiendan los principales responsables.

Se asume que no sería solo entregar un aparato electrónico. Debe ser más que eso. Deben aprender a manejarlo los profesores que aún no están en ese mundo y miles de alumnos que jamás han tocado un teclado de una computadora. Aún en muchísimos sitios se enseña a escribir en computadoras y es la razón de muchos de los llamados centros de Internet.

!Enseñar a los maestros y que estos se conviertan en multiplicadores en cuestión de dos meses! También debe pensarse en la virtualización de los contenidos educativos. ¿Cómo hacerlo? Hay que trabajar duro.

En definitiva, no sólo se va por el año escolar, sino por cerrar la llamada brecha digital.

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