El endurecimiento de la política migratoria en Europa y en Estados Unidos traerá más consecuencias negativas no solamente sobre los que emigran, sino también sobre sus países de origen, donde millones de personas de sectores vulnerables reciben las remesas de esos migrantes.

En vez de que se exhiban avances, la migración se ratifica como uno de los fenómenos sociales dominantes de este siglo, con situaciones como la de Europa, donde cada nación “rebota” a otra a los migrantes, y el actual debate en EE.UU, con los republicanos ganando terreno en su criminal política anti migrantes, y los demócratas claudicando y renegando sus promesas.

Una ingratitud cuando se ve únicamente lo negativo, pero se estima, por ejemplo, que la inmigración añadirá siete billones de dólares a la economía estadounidense en la próxima década.

Las contribuciones de los migrantes son fundamentales para las economías de los países donde desempeñan oficios rechazados como los empleos en sectores de servicios, construcción, agricultura y actividades que requieren mano de obra no calificada y otras que precisan de trabajo manual.

En todo esto hay una doble moral, principalmente entre los que convierten a los migrantes en los leprosos de esta época, pese a que estudios de organismos económicos transnacionales, como el Banco Mundial y el FMI, demuestran con cifras su aporte a la riqueza del país que los acoge y de las remesas que envían a sus naciones de origen.

Para tener una idea de esta contribución, solo en Estados Unidos, según el Centro para el Estudio de la Salud y la Cultura Latina de la Universidad de California (UCLA) supera los 2.7 billones de dólares anuales para 2022.

Así como desde nuestra región la mayoría emigra a Estados Unidos, en yola o a través de las inseguras travesías por México o la peligrosa selva del Darién, Europa recibe oleadas de personas que cruzan el Mediterráneo amontonadas en las “pateras”, para huir de la pobreza del norte de África.

Sin embargo, mientras la miseria de los migrantes, cualquiera sea su origen, siga siendo la principal causa por la que abandonan su tierra, la pobreza se acentuará, y planes como los objetivos del milenio quedarán en papeles, como simples promesas que nadie tiene intención de cumplir.

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