Haití está de nuevo sumido en una espiral de movilización y violencia que amenaza el gobierno de Jovenel Möise, con apenas un año y nueve meses. Más aún, el torbellino social y político amenaza con llevarlo a una situación de imprevisibles consecuencias.Las protestas en varias ciudades haitianas están sustentadas en demandas ciudadanas de transparencia en el gasto o la inversión de más de 3 mil millones de dólares en financiamientos provenientes del programa de apoyo de Venezuela conocido como Petrocaribe.

El reclamo de transparencia es legítimo. Pero tememos que el método de movilización con incendios, ataques a negocios y enfrentamientos con las fuerzas del orden, no contribuyan a lograr los resultados deseados.

Lamentablemente, en Haití la institucionalidad es muy precaria, y esa realidad estimula la acción callejera, con esas tendencias violentas.

Un escalamiento en esa dirección pondría en riesgo el orden actual, las autoridades y los diferentes poderes que encarnan. Sería una pérdida para un país que trata de levantarse del grave drama que vive desde tiempos remotos y que se agudizó tras el desastroso sismo de 2010.

Tres transferencias de gobierno de los últimos años relativamente pacíficas han permitido una convivencia y un orden frágiles, lo que ha propiciado una gradual normalización de las actividades productivas.

Quizás las demandas de rendición de cuentas cumplirían mejor su propósito si hubiese espacio para la acción social pacífica.

Pero la historia de Haití sugiere que un agravamiento de la situación en términos no deseados puede estar a la vuelta de la esquina.

Hay que apostar a las fórmulas incruentas para la solución de los conflictos. El diálogo será siempre el camino más adecuado, aún en medio de la tensión y la violencia.

Los dominicanos, los vecinos más cercanos de ese pueblo, no somos ajenos a nada de lo que pase allá, no solo por razones políticas o humanitarias, sino porque la convivencia y la paz en la isla nunca serán totalmente ciertas mientras haya inestabilidad en cualquier lado del territorio.

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