Luego de conocerse el Informe “Ambiente escolar y situaciones de riesgo” servido por el Departamento de Orientación y Psicología del Ministerio de Educación, la parte sana de nuestra sociedad se espanta ante la realidad de violencia y promiscuidad en el aula que describe, a la que no son ajenas las familias.

Por la gravedad de los hechos, -más de un millar de estudiantes embarazadas y más de 100 afectadas por violación e incesto- mucha gente se rasga las vestiduras, como quien no sabe de qué se trata.

Pero es escandalosa la responsabilidad social compartida en que, como refiere ese informe, hayan sido identificadas 4.059 estudiantes en uniones tempranas, 3.697 de ellas ya son madres, otros 1.440 padres, mientras se registran 24.686 hechos de violencia escolar.

Ojalá que esas cifras sobre embarazo adolescente, uniones tempranas, violencia sexual y violencia social en la escuela, motiven una discusión de fondo, sin las poses que dificultan asumir responsabilidades.
El propio Ministerio de Educación no es ajeno (recientemente anuló la ordenanza 33 de igualdad de género sin otra iniciativa que la sustituya), y ahí están las iglesias con su retranca moralista contra la educación sexual.

Ni uno ni dos son los sectores que forman parte del caldo de cultivo para el atraso social, cultural e institucional en que se originan esos males que carcomen los cimientos de nuestra sociedad, entre ellos los congresistas, que tampoco legislan para que eso no ocurra.

Los que promueven antivalores y ostentación como modelos para la juventud; los promotores de comportamientos que degradan a la mujer y sexualizan a las niñas, a través de la música o de las redes; los medios de comunicación que no se detienen a analizar el daño que provoca exhibir conductas violentas; los progenitores que no dedican tiempo a sus hijos; todos son responsables.

Ante tantas culpas compartidas, no debiera haber cabida para simulaciones ni teatrales espantos por el desgarrador informe.

Cuando las autoridades, los docentes, los medios y todos los que inciden en la formación de nuestros niños y jóvenes promuevan valores y no falsos modelos de consumo, seguramente construiremos una sociedad mejor para todos.

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