El pasado 21 de marzo este diario sostenía que “las medidas que ejecute el gobierno como administrador del Estado y responsable de la salud colectiva son siempre bienvenidas, esenciales, y merecen la acogida de todos. Podría haber algunos reparos acerca de lo que pudiera ser mejor. Pero en estas circunstancias no sería sensato potenciar las diferencias. Hasta podrían dejarse pasar cosas. Es decir, hay que permitir que los administradores manejen la crisis, que gobiernen.”

Resaltábamos también la necesidad de que las autoridades recibieran el más amplio apoyo en la ejecución de las políticas para atenuar los efectos del COVID-19, pero observábamos que en ese ejercicio deben entender definitivamente que el manejo de la información es esencial.

Además de las falencias, la falta de insumos para los médicos o la falta de acceso de los afectados a las pruebas, de manera oportuna, persiste la pobre valoración de la información.

El pasado sábado se verificó el fenómeno. El viernes 3 de abril en la tarde, algo más de las 6:00, el ministro Gustavo Montalvo anunció algunas medidas de mucho valor para enfrentar la crisis, pero al mismo tiempo, la forma en que fueron comunicadas generó confusión, e incluso, agravios a miles de personas.
Algunas quedaron varadas en carreteras o no pudieron cumplir sus misiones. La intercomunicación entre regiones y municipios fue interrumpida abruptamente, al amanecer.

El ministro hablaba de la proximidad de la Semana Santa. Y al efecto, dijo: Es nuestro deber recordar que, con la extensión del toque de queda por 15 días, quedan terminantemente prohibidos los viajes al interior del país, excepto para el transporte de mercancías esenciales. Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional instalarán retenes en las entradas de los municipios para asegurar la correcta aplicación de esta medida.

Sin embargo, el funcionario no precisó desde cuándo. Si inmediatamente o a partir del domingo, o desde hoy lunes. La confusión se generalizó. Y las quejas no faltaron.

¿Qué costaba adelantar esas medidas con precisión? ¿Temor a una estampida repentina? No parece razonable.

Insistimos en que mientras más transparentes sean las informaciones, más eficaces resultarán las acciones contra el COVID-19. Aún en medio de la pandemia, la ciudadanía no debe ser tomada por asalto.

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