En las últimas semanas, el poder político ha estado a la defensiva, más que por efecto de iniciativas opositoras, por errores e imponderables del devenir, que de cualquier manera inciden en el desenvolvimiento del país.

Una concatenación de hechos fortuitos llevó al gobierno a un descenso en la estima pública. Eso no fue ajeno al comportamiento de los gobernantes. De hecho, se observa un manejo del discurso oficial en bajo perfil, que se puede sintetizar en dos verbos: callar y aguantar, lo que parece formar parte del menú táctico.

En esa deriva, se reafirma la fuerza de la economía, en la voz del gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu. Ayer, durante una disertación en la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) se destapó con un paquete abrumador acerca del desempeño de la economía dominicana.

Es más que obvio que sus informaciones son, si no un rescate de la moderada pendiente en que se encuentra el gobierno en estos días, un pie de amigo que advierte: hay ruidos, pero el desempeño de la economía dominicana va bien.

Al margen de cualquier consideración crítica, no hay manera de que se desconozca esa realidad:

-Crecimiento promedio de la economía dominicana de 6.7% en el período enero-julio 2018, el más alto en la región;
-El país ocupa la 1ra. posición en ingresos por turismo; la 2da en remesas e inversión extranjera directa y la 3ra. en exportaciones en Centroamérica y el Caribe insular;
-La inflación acumulada al mes de agosto fue de 1.44%;
-Reservas internacionales brutas: US$7,434.8 millones al 31 de agosto y US$6,498.0 millones, excluyendo depósitos del Gobierno, equivalentes a cuatro (4) meses de las importaciones, sin considerar zonas francas;
-Las exportaciones totales de bienes alcanzaron US$5,434.3 millones, aumentando en US$421.1 millones en enero-junio 2018, con respecto al mismo período del año anterior.

Ese desempeño se expresa en más oportunidades de empleos, ya que está muy marcado por la demanda interna, con una altísima participación del sector privado.

La economía apuntala al gobierno y hasta un líder opositor así lo reconoce. Otra vez la economía le devuelve el aliento a la Administración, que puede refocilarse, revisarse, y de nuevo, retomar el rumbo.

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