El presidente de la Junta Central Electoral (JCE) Julio César Castaños Guzmán llamó a los partidos a cumplir sus responsabilidades frente a las próximas elecciones, pero al mismo tiempo comprometió las de esa institución para garantizar que las mismas sean confiables.

El llamado de Castaños Guzmán es válido, porque si bien la JCE es la organizadora del proceso, sin la colaboración partidaria en todos los sentidos, es imposible que haya resultados exitosos.

Sin embargo, más que palabras, se requieren hechos. No exageramos si afirmamos que la JCE, después de la celebración de las primarias en los partidos no fue lo suficientemente diligente como requería el momento sobre los reclamos de actores políticos acerca de esas votaciones.

Una de las partes participantes en las primarias, el sector de Leonel Fernández Reyna en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) persistentemente presentó quejas muy concretas sobre irregularidades en el proceso y especialmente que se realizara una experticia a todo el sistema del voto automatizado.

De manera específica reclamó una realización de una auditoría forense a los equipos utilizados para el voto electrónico.
Inexplicablemente, la JCE fue remisa frente a ese reclamo. Y propició que se afianzara la idea de que las primarias generaron unos resultados contaminados, por no utilizar otra palabra.

Es ahora cuando la JCE ha decidido hacer la auditoría, cuando las dudas se expandieron y se cuestiona si ya la experticia tiene objeto, y especialmente, si los equipos han sido resguardados en las condiciones deseadas.

Fue una reacción tardía, bajo presión. Ahora lo que se reclama con mayor propiedad es que preventivamente, antes de las elecciones primarias, se haga una auditoría para certificar si el software para el sistema de votación de las elecciones primarias llena los requisitos que garanticen que no haya vulneración del voto.

Todavía no se sabe si esa auditoría en atención a las elecciones municipales se realizará. Pero la JCE está en la obligación de generar confianza en la ciudadanía, y particularmente en los partidos políticos.

Es obvio que los partidos están obligados a contribuir a que las elecciones se celebren tranquilamente, pero deben asegurarse que las votaciones no sean objeto de manipulación.

La confianza se gana con las acciones de todos los días.

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