La población sufre, no importa

La población es sometida a una rigurosa tanda de apagones que nos hace recordar las más dramáticas crisis del servicio eléctrico.

La población es sometida a una rigurosa tanda de apagones que nos hace recordar las más dramáticas crisis del servicio eléctrico. Apagones en el Gran Santo Domingo de hasta doce horas y en algunos lugares suspensiones por más de 24 horas.

Estamos ante una crisis del servicio eléctrico activada sin que las autoridades expliquen o muestren algún respeto por la población.
Apenas, y con cierto dejo de desprecio, los relacionistas dicen que han salido varias plantas, algunas que en el pasado más reciente no eran parte de la oferta habitual, como las de Punta Catalina.

Hablan de un déficit de más de 400 megavatios, y “sabrá Dios”. Un verdadero castigo. Y no dan esperanza de que podría ser subsanado.

La irritación en algunos sectores ha llevado a obstrucciones en las vías, sea lanzando basura y pegándole fuego.

Molestias por el precario suministro de energía, que sube de tono con los déficits en el servicio de agua potable en los dos principales centros urbanos.

La disminución de los flujos de agua se puede justificar con la sequía, que ha sido recurrente durante el año, sin que nadie se pueda quejar de la gestión del agua. Es cuestión de la Naturaleza. La falta de lluvia también impacta la generación hidroeléctrica.

En todo esto puede solaparse una decisión del gobierno de no aumentar el subsidio eléctrico ante la demanda creciente de energía por el verano caliente con temperaturas que a veces superan los 34 grados. Hay mucho calor en las viviendas y la gente necesita más electricidad para sobrellevar la situación.

Pese a que sube la demanda, se mantiene la oferta que queda por debajo con el dato de que varias plantas están fuera de servicio.

No son sólo las familias que piden más energía. También las empresas de servicio someten sus plantas eléctricas a un mayor estrés de generación. Sube el consumo de gasoil y sube también la factura de las distribuidoras eléctricas.

Todo eso se traduce en pérdidas para pequeños negocios y degradación de la calidad de vida de la gente. El gobierno no explica y a veces da la sensación de que ríe. Nada importa.

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